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viernes, 22 de mayo de 2020

Confinamiento en el balcón.


El día 14 de marzo de este año 2020, salí a la calle por última vez cuando aún no era consciente de la que se nos venía encima, y es que no hubiera imaginado que tuviera que permanecer 2 meses sin poder quedar con mis amigos o salir a realizar algún rato de observación de aves. Pero a grandes problemas, grandes soluciones, es por ello que sabía que solo existía una manera de "acercarme" al campo, el balcón de mi cuarto, que tantos buenos ratos y alguna que otra observación interesante me había aportado ya anteriormente.
Vistas desde mi balcón.
Desde el primer día de confinamiento hasta el último todos los días le dedicaba parte a hacer observaciones, a veces 15 minutos, a veces 5 horas... Nunca se sabía en que momento podía aparecer una especie nueva, o a veces simplemente pretendía disfrutar de una relajante sesión de paso migratorio prenupcial de rapaces con otras cosillas intercaladas, de esas que el cuerpo pide a veces, para hacer más amena la estancia prisionero. Obviamente, las cosas no siempre son tan bonitas como te las pintan, y en ocasiones uno tenía que apañarse con las chulerías locales, y sí, chulerías, que por mucho que uno las vea a diario, se les echa cuenta y resultan muy bonitas e interesantes. Entre todo, logré superar mi objetivo de 70 y finalmente me he quedado con la cifra de 95 especies, por ahora, ya que igual puedo sumar alguna más en estos días. Las más destacables y sorprendentes para mí han sido cigüeña negra, alcaraván, polluela pintoja, gallineta común, buitre negro, águila real, azor, milano real, aguilucho papialbo, autillo, halcón de eleonora, grajilla occidental (Escasa por estos lares), alondra común y bisbita alpino. En esta entrada nos centraremos más en las locales que os comento, puesto que aprovecho para chivar que algo estoy tramando con las que sólo están por aquí de paso.

Evidentemente comenzamos con los que están desde el minuto 1 presentes, como no, los buitres leonados, ya que en el cortado frente a casa se ubican un par de nidos, uno de ellos había visto nacer a un pollo aún pequeño y en el otro se mantenían incubando. Unos 15 días de incubación deberían esperar esta pareja. También nos deleitan con sus elegantes vuelos, habitualmente de varios individuos juntos. Tener a estas grandes aves por aquí es una gran ayuda para observar migración, ya que a ellos se les asocian otras rapaces en multitud de ocasiones.
Buitre leonado (Gyps fulvus)

Buitre leonado (Gyps fulvus) cambiando de posición para incubar.

Buitre leonado (Gyps fulvus)
Entre tanto buitre leonado, era raro que no tuviéramos otra especie de buitre como reproductor por aquí, y aunque por esta zona el buitre negro es apenas un invernante escaso y también se ven aves migrando (Cada año más ejemplares aparecen) sí contamos con el alimoche, una suerte, debido a que tampoco pasa por su mejor momento en la provincia el pequeño buitre blanco, que aparece de la nada y remonta con agilidad entre los leonados, ascendiendo rápidamente.
Alimoche (Neophron percnopterus)

Alimoche (Neophron percnopterus)
Alimoche (Neophron percnopterus)
Siguiendo con rapaces, entramos dentro de las águilas, donde la más común es sin duda el águila calzada, también la más pequeña, casi imposible perder de vista porque contamos con varias parejas por la zona, que suelen usar el mismo área para cazar, adentrándose en el pueblo, donde tienen amplia variedad de presas distintas.
Águila calzada (Hieeraetus pennatus)
Águila calzada (Hieeraetus pennatus)

Por detrás de ella, otra rapaz muy común en todo el término, la culebrera europea, siempre decorando el cielo con sus cernidos o dejando su cabezona silueta cuando se posa en alguna piedra o tendido eléctrico.
Culebrera europea (Circaetus gallicus)
Con algo más de dificultad puede hacer aparición la que en mi opinión es la más bonita de todas nuestras águilas, la perdicera, aunque desgraciadamente tampoco suele portarse tanto, la mayor parte de las observaciones suelen ser entre distancia media y el quinto pino.
 
Águila perdicera (Aquila fasciata). Una foto que no es para tirar cohetes, pero sí que es la que hay.
El siguiente habitante de los cortados, también una rapaz, pero mucho más difícil de observar por sus hábitos, aunque por suerte para mí, algún día decidió dormitar más al descubierto, permitiéndome su localización, sin embargo, en el caso del búho real, es mucho más fácil determinar su presencia mediante su canto en mitad de la noche.
Búho real (Bubo bubo) 
Entonces, llega el turno de los falcónidos, donde destacan el halcón peregrino y por encima de él a mi parecer, además de para dejar a las rapaces ya tranquilas, tenemos a otra muy especial, el cernícalo primilla, que actualmente sus poblaciones han sufrido un descenso importante. Varios ejemplares en su día a día sobrevuelan mi casa en su trayecto desde sus cazaderos hasta el lugar donde crían y viceversa.
Cernícalo primilla (Falco naumanni) Macho.

Cernícalo primilla (Falco naumanni) Hembra.
Vemos por aquí a otro habitante de los cortados, que solo los utiliza para reproducirse en ellos, después de sacar adelante a sus crías, es muy raro que llegue a posarse. Es el mayor de los vencejos europeos, el real.
Vencejo real (Tachymarptis melba)
Ahora sí llegamos a los paseriformes, comenzando por la chova piquirroja. Algunos ejemplares hacen sus acrobacias y reclaman por las cercanías, donde hallan un lugar para anidar.
Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
Sin fotografía, otra especie residente que durante el día desaparece del área rumbo a cultivos y espacios abiertos donde alimentarse, pero que al atardecer llega en grandes cantidades a los tajos donde también busca agujeros donde sacar a sus pollos, el gorrión chillón (Petronia petronia).
 

Paseándose a sus anchas por tejados y calles, tenemos a un par de especies rupícolas de similares costumbres, el roquero solitario y la collalba negra, que aunque sean mis vecinos, siempre tengo ganas de observar.
Roquero solitario (Monticola solitarius)
Roquero solitario (Monticola solitarius)

Collalba negra (Oenanthe leucura)
Y con estas, todas las aves locales más especiales que jugaron un importante papel en mi aburrimiento de cuarentena. Pronto intentaré finalizar lo comentado sobre las especies que migraron sobre cielos casareños, pero por medio probablemente tengamos un par de entradas o incluso 3 que escribiré en estos días. ¡Saludos!



3 comentarios:

  1. La verdad es que dentro de lo malo de la situación has tenido un observatorio muy privilegiado.
    El año pasado estuve andurreando por esa parte de Sierra Crestellina que se ve desde tu casa.
    ¡Saludos!

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    1. Que bueno Carlos, Crestellina personalmente me encanta, a ver si algún día coincidiéramos por aquí, o por tu zona, que ya hace un par de años que no la piso y se queda uno con ganas de volver...

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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